(…) Mientras los Estados Unidos deciden proteger la neutralidad de la red de manera clara y explícita, Europa prefiere «decidir no decidir», deja todas las decisiones en manos de las empresas de telecomunicaciones, y genera un escenario completamente incierto que abre las puertas a todo tipo de abusos, a una internet a varias velocidades y a modelos basados en la escasez y la discriminación del tráfico (…) Podrán establecer «vías rápidas» privilegiadas para sus servicios, con lo que de manera efectiva podrán decidir qué servicios funcionan y cuáles no, podrán «gestionar el tráfico» a su antojo, podrán ofrecer servicios gratuitos fuera de tarificación, y podrán incluso gestionar el tráfico en función de su tipo.
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